“Las lágrimas del Juez Garzón hoy son mis lágrimas”.
“Hace años, un mediodía, recibí una de las mayores alegrías de mi vida: la acusación a Pinochet. Este mediodía, recibí otra noticia, esta de las más tristes y desesperanzadoras: que quien se atrevió con los dictadores es apartado de la magistratura por sus iguales. O mejor dicho, por jueces que nunca procesaron a Pinochet ni oyeron a las víctimas del franquismo
Garzón es el ejemplo de que el campesino de Florencia no tenía razón cuando, en plena Edad Media, hizo sonar las campanas a difunto porque, decía, la justicia había muerto. Con Garzón sabíamos que las leyes y su espíritu estaban vivos porque las veíamos actuar.
Con la suspensión de Garzón, las campanas, después del repique a gloria que harán los falangistas, los implicados en el caso Gürtel, los narcotraficantes, los terroristas y los nostálgicos de las dictaduras, volverán a sonar a muerto, porque la justicia y el estado de derecho no han avanzado, no han ganado en claridad, y quien no avanza, retrocede.”
Tocarán a muerto, sí, pero millones de personas saben señalar el cadáver, que no es el de Garzón, esclarecido, respetado y querido en todo el mundo, sino de quienes, con todo tipo de argucias, no quieren una sociedad con memoria, sana, libre y valiente.”
viernes, 14 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario